Historia de dos culturas

A la hora de plantearse su expansión internacional pocas empresas prestan la debida atención a las cuestiones culturales. Al contrario, son muchas las que no se dan cuenta de los grandes problemas que puede provocar una gestión inadecuada de las diferencias culturales hasta que es demasiado tarde. Es lo que en su día sucedió cuando se fusionaron Daimler y Chrysler y es lo que, en un escenario distinto, le está pasando ahora a al-Jazeera.
En el caso de al-Jazeera English una gran parte del problema viene de no haber definido desde el principio cuál sería la identidad del nuevo canal: simplemente una versión en inglés del original en árabe, o una alternativa independiente a la altura de competidores como CNN o BBC. A partir de ahí la falta de claridad -un entorno que a los árabes no resulta especialmente incómodo- ha provocado multitud de problemas. Desde la frustración de los presentadores anglosajones - orientados a resultados y preocupados por su "caché"- porque no existen cifras de audiencia disponibles, hasta el caso de Jo Burgin, antigua directora de planificación, que tras su salida demandó a la cadena por discriminación sexual, racial y religiosa a causa de lo que, muy probablemente, sólo fuese un malentendido motivado por las diferencias culturales entre una ejecutiva occidental y la dirección de una empresa árabe que busca ofrecer una visión de la actualidad internacional en clave islámica.
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