22 agosto 2011

Jóvenes: La competencia digital no viene de serie

por Santi Garcia

«Muchos no saben por dónde empezar. No saben ni qué significa tener un perfil, y ante la duda prohíben, … Un error». Es lo que opina Charo Sádaba, autora del estudio «Menores y redes sociales», en una reciente entrevista sobre el grado de preparación de profesores y padres para dar respuesta a la creciente digitalización de niños y adolescentes. Prohibir es un error, sin duda, pero como también lo es asumir que simplemente por el hecho de pertencer a una nueva generación los chavales de hoy en día lo saben todo sobre tecnología, internet y redes sociales y, por tanto, lo que procede es darles barra libre; o la actitud de quien decide que, como no entiende nada, pasa del tema.

Actitudes erroneas que, a menudo, se reproducen en el ámbito de la empresa, donde nos encontramos con empresarios y directivos que, por miedo o ignorancia, prohíben el uso de medios sociales en horas de trabajo, como también nos topamos con otros que piensan que sus empleados más jóvenes, solo por serlo, están sobradamente preparados para actuar con eficacia en el mundo online.

Nos guste o no, la competencia digital es mucho más que dominar una tecnología, o incluso un lenguaje. Tiene mucho de inteligencia emocional, en particular de empatía, de autocontrol y de relaciones sociales, y estos atributos no vienen de serie, sino que pueden -y deben- educarse. Todos conocemos personas de diferentes edades que poseen una gran inteligencia social, como también conocemos analfabetos relacionales de distintas generaciones.

Las redes sociales son solo una herramienta. El partido que les podamos sacar dependerá de quien las use. Un martillo y un escoplo pueden servir para tallar una bella escultura, pero también pueden servir para cometer un crimen horrendo en manos de un psicópata. Del mismo modo, las redes sociales pueden servir como un catalizador de la inteligencia colectiva de una organización pero, dado su efecto multiplicador, también pueden generar disfuncionalidades, conflictos o incluso comprometer seriamente su reputación en el mercado simplemente con que algunas de sus personas no posean esa sensibilidad.

Imagen Krissa-Corbett-Cavouras bajo licencia Creative Commons