Un país menos diverso ¿es un país más pobre?
La Encuesta de Población Activa del segundo trimestre nos trae muy buenas noticias. Desciende el paro, crece la ocupación y también la población activa. Se me antoja que puede ser un buen momento de fijarnos en otros indicadores y valorar el impacto que la crisis ha tenido en el mercado de empleo español desde una óptica diferente: la de la diversidad.
El último Informe sobre Migraciones del Instituto Nacional de Estadística revela que durante 2013 la población
española se redujo en 220.130 habitantes (un 0,47%, frente a un descenso del
0,19% en 2012).
Esta caída se debe en gran parte a que en el último año la inmigración
descendió un 4,3%, mientras que la emigración experimentó un incremento del
22,7%.
Por lo que respecta a
quién se marcha, es cierto que cada vez son más los españoles que deciden hacer
las maletas, pero la inmensa mayoría de quienes se van son de fuera. En
concreto, entre los emigrantes 468.584 (un 85,5% del total) eran extranjeros,
mientras otros 27.146 (otro 5%) eran ciudadanos españoles nacidos en el
extranjero.
La consecuencia, en
términos de saldo migratorio neto, es que a final de 2013 vivían en el país
210.936 extranjeros (y 9.925 españoles nacidos en el extranjero) menos que a
finales de 2012.
Por otro lado, en el Informe Randstad sobre Residencia, Empleo y Movilidad de los Trabajadores leemos que a final de 2013, en España, tres
de cada cuatro ocupados trabajaban en su Comunidad Autónoma de nacimiento, un
2% más que tres años antes, y una cifra que contrasta con lo que observamos en
economías más dinámicas, como la de Estados Unidos, donde menos de la mitad de
las personas en edad laboral viven en el mismo estado en que nacieron.
Desde otra perspectiva, la diversidad de
género, el índice PwC Women in Work(WIW) nos habla de que, aunque la tasa de participación laboral de la mujer en
nuestro país ha crecido de manera espectacular desde el año 2000, España ocupa
la posición 23 del ranking de 27 países OCDE, solamente por delante de Japón,
Italia, Grecia y Corea, tras descender dos posiciones en ese ranking como
consecuencia del aumento en la tasa de desempleo femenino y del incremento de la brecha
salarial.
Y desde un punto de vista
de diversidad generacional nos podemos fijar en esa terrorífica tasa de
desempleo juvenil que todavía supera el 53%, o en las enormes barreras que se encuentran los parados
de cierta edad para reintegrarse al mercado laboral, muchas veces como consecuencia de los prejuicios de los empleadores.
En resumen, todo indica
que una de las derivadas de la crisis es que la fuerza laboral española hoy es menos diversa. Y ante esta realidad no puedo dejar de preguntarme qué
impacto puede llegar a tener este fenómeno en la competitividad de nuestra economía.
Porque en el mundo de la empresa muy pocos ponen en duda que disponer de un equipo humano diverso es enriquecedor para una organización, pero ¿qué
pasa con los países? ¿Por qué a los gobernantes no parece preocuparles lo más mínimo esta cuestión?
Imagen: George A. Spiva Center for the Arts bajo licencia Creative Commons
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