08 enero 2009

Estrategias en la incertidumbre

por Santi Garcia

Las empresas se enfrentan a un futuro muy incierto. La incertidumbre ya no se limita a cuánto durará o cómo de profunda será la crisis, sino que lo que está en cuestión es la continuidad del propio sistema económico.

En este contexto, donde el miedo y la inseguridad hacen que se dejen de tomar decisiones y que muchas iniciativas y proyectos no lleguen a ver la luz, los líderes empresariales tienen la responsabilidad de ayudar a sus organizaciones a superar esta parálisis. Es una cuestión de supervivencia, pero también de ayudar a sus organizaciones a prepararse para poder capturar las enormes oportunidades que siempre se abren en períodos de alta incertidumbre.

Para ello, uno de los primeros aspectos que necesita cambiar en muchas empresas es la forma en la que abordan el proceso de planificación estratégica. Respecto a esta cuestión, os recomiendo este artículo de Lowell Bryan y Diana Farrell publicado en el número de diciembre de The McKinsey Quarterly.

Los autores argumentan que las empresas necesitan reinventar su proceso de planificación estratégica por varios motivos. Para empezar, hoy el primer objetivo tiene que ser la continuidad a largo plazo de la empresa y no, como sucede ahora en algunas compañías, alcanzar, a cualquier precio, los resultados que esperan los analistas bursátiles. Pero tampoco se trata de decidir una estrategia a largo plazo y mantener el timón firme en ese rumbo contra viento y marea. Lo más probable es que esta actitud no nos conduzca sino al desastre. Hoy la prioridad debería ser generar alternativas para diferentes escenarios que pueden presentarse en el futuro y asegurar que la empresa tiene posibilidades de cambiar de rumbo si cambian las circunstancias.

Para ello las empresas tienen que empezar por reflexionar sobre cuál es el potencial de la organización en esos escenarios de futuro, del mismo modo que también deberían preocuparse de entender el nivel de preparación de competidores, clientes y proveedores para enfrentarse a cada uno de ellos.

Además, deberían aprovechar la crisis para replantearse sus estructuras organizativas y adoptar soluciones más flexibles, que favorezcan la toma de decisiones de calidad, la reasignación rápida de recursos, la colaboración y el aprovechamiento de la creatividad y el talento de todas las personas que trabajan en la organización, ya que es de estas cuestiones de lo que va depender, cada vez más, su competitividad y su futuro.

Imagen Laura-Blankenship bajo licencia Creative Commons