15 abril 2006

Competencia, libre comercio y gestión empresarial

por Santi Garcia

Acabo de finalizar la lectura de un estudio realizado conjuntamente por la London School of Economics y McKinsey & Co. sobre el impacto de las prácticas de gestión («management practices») en los resultados empresariales. El informe parte de una encuesta realizada en más 700 empresas en Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido, pero las conclusiones son perfectamente extrapolables a nuestra realidad.

El estudio constata que existe una elevada correlación entre el empleo de «mejores prácticas» en materia de gestión empresarial («lean manufacturing», gestión del desempeño, gestión del talento) y la productividad de las empresas, su crecimiento (tanto en términos de ventas como de cuota de mercado) y su rentabilidad (medida a través del ROCE). Una correlación no presupone una relación causa efecto, pero ahí está el dato.

Me ha resultado interesante ver las diferencias que existen entre los distintos países en cuanto al grado de adopción de esas mejores prácticas: En una escala del 1 al 5 Estados Unidos obtiene 3,37 puntos, Alemania 3,32, Francia 3,13 y, sorprendentemente, Reino Unido queda en último lugar con 3,08. Aunque no son grandes diferencias no puedo dejar de preguntarme dónde habría quedado España de haber estado en la muestra.

La dispersión de los resultados obtenidos en cada país dice más de su idiosincrasia nacional que los promedios: como era de prever, Alemania es el país que presenta unos resultados más homogéneos y Francia el que menos. Es esta misma dispersión de resultados dentro de cada país la que permite concluir que el uso de las mejores prácticas de gestión está condicionado por otras variables mucho más importantes que simples cuestiones culturales de carácter nacional. Es una realidad que en todos los países encontramos empresas excelentes y en todos hay empresas mediocres.

La competencia es un factor que lleva a las empresas a implantar esos métodos de gestión por una cuestión de supervivencia. Los resultados del estudio señalan que si bien en los primeros momentos de su vida apenas hay diferencia entre empresas que operan en entornos altamente competitivos y las que lo hacen en otros menos dinámicos, la competencia actúa como un elemento de selección natural que determina que, a la larga, en mercados muy competitivos sólo sobrevivan aquellas empresas mejor gestionadas.

Por otra parte, centrándonos en Europa, es muy interesante la diferencia que se puede observar entre las filiales de multinacionales, que obtienen una puntuación promedio de 3.58, y las empresas locales, que se quedan en un 3.13. Una prueba más del papel de la internacionalización en la difusión de las mejores prácticas de gestión y, por ende, en la mejora de la eficiencia empresarial.

Todo un aviso a gobernantes que en la era de la globalización puedieran sentirse tentados a intentar proteger sus economías nacionales poniendo barreras a la competencia, al libre comercio y a las inversiones internacionales. El tiro podría salirles por la culata.

Imagen Lisa Larsson bajo licencia Creative Commons